6. «Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para oír más y hablar menos». Zenón de Citio.

 

«Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para oír más y hablar menos». 

                                                                                                                              Zenón de Citio

Saber escuchar es una capacidad que no todo el ser humano posee. Muchas veces tendemos a confundir el simple oír, con escuchar; y es que escuchar implica más que simplemente oír lo que se dice, escuchar implica prestar atención a lo que se dice, para luego poder responder con lógica, sin embargo, cuando oímos no prestamos una atención profunda, sino que simplemente captamos la sucesión de sonidos que se produce a nuestro alrededor; muchas personas no prestan atención a lo que se dice, aunque sí lo simulan y esto provoca diferentes conflictos que afectan a la relación con las demás personas.

Escuchar es un acto de silencio, porque se requiere el cesar de hablar para prestara tención a lo que el interlocutor dice. Solo una actitud de escucha atenta hace fecunda la palabra que podemos dar a nuestro interlocutor. Así la persona escuchada sentirá que le están dando la importancia que merece, quedando agradecida y creándose a su vez un clima de respeto, estima y confianza.

Paradójicamente, el ser humano le encanta hablar y ser escuchado, pero cuando se trata de escuchar a los demás, no lo hacen… ¿es mucho más fácil oír que escuchar?, ¿no?, y sí, es mucho más fácil, pero esto sucede porque callar y escuchar requiere de una disposición a prestar atención y a esforzarse por comprender lo que el otro te está diciendo, entonces no a todo el mundo le gusta ceder. 

¿Está bien no escuchar y querer ser escuchados? No. Desde el punto de vista ético es necesario que aprendamos a tomar en cuenta las opiniones de los demás, aprender a escuchar para exigir ser escuchados -porque el cambio empieza desde uno mismo-. Cuando escuchamos, le abrimos las puertas a la obediencia, el conocimiento, dejamos de ser ignorantes y ejercitamos una comunicación saludable, porque el justo equilibrio entre saber escuchar y saber hablar produce el dialogo.

Keysa Leger


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