Artículo 2: La ética en los procesos electorales.

Por Keysa Leger 02/11/2020

La elecciones electorales permiten a la población elegir, mediante el sufragio universal, a los entes pertinentes que, a posteriori,  nos representarán en el cuatrienio. Sin embargo, estos procesos electorales suelen ser desvirtuados, debido a la falta de ética de algunos aspirantes.

Durante la campaña, los actores políticos ponen en práctica una serie de actividades para ganar el voto y voluntad de los ciudadanos, pero las tácticas de campaña utilizadas no son siempre legítimas, a causa de las grandes irregularidades que atañen estos procesos. Desde la compra de votos, documentos personales, sobornos, hasta falsificación de firmas son ejemplos de acciones ilícitas que invaden, por la falta de civismo y constitucionalidad de los postulantes, nuestros procesos electorales. La falta de educación de una sociedad acostumbrada a recibir dádivas y promesas falaces contribuye y alimenta la conducta antiética de nuestros candidatos y, simultáneamente, debilita nuestro sistema legal. 

De acuerdo con la filósofa Adela Cortina: Ningún país puede salir de sus crisis si las conductas inmorales de sus ciudadanos y políticos siguen proliferando con toda impunidad”. Sin embargo, es preocupante que la ética no se tome en cuenta para la materialización de estas actividades electorales, evidenciando la falta de formación de políticos corruptos, cuyos actos quedan libre de sanciones.

Finalmente, la conducta ética exige la responsabilidad de los postulantes y el cumplimiento de la ley. Antes estas flaquezas es imperativo incluir programas educativos que fortalezcan la formación en valores, y entes políticos que asuman su rol con responsabilidad y civismo. Aquellos que no vulneren la propaganda electoral con acciones que transgredan las normas, y que expresen sus verdaderas intenciones, dejando de lado los discursos embaucadores. ¡Solo así, se nutrirá nuestra democracia!




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